viernes, 4 de abril de 2008

Martin Luther King: un sueño que aún pervive

Si hoy tuviésemos que hablar de un personaje importante para la historia negra, sin duda sería Martin Luther King. Porque este 4 de abril se cumplen 40 años de su asesinato, del fin de su combate por la igualdad racial. Su voz se convirtió en símbolo de lucha por los derechos y de la dignidad humana. En el momento de su muerte, el movimiento negro había conseguido importantes mejoras en su situación. Esta es su historia.

Nació en 1929 en Atlanta, hijo de un ministro baptista, pronto se daría cuenta de que su condición racial iba a ser su cruz en una América racista. Lejos de incorporarse a algún tipo de lucha armada, aprendió a luchar pacíficamente con un arma mucho más poderosa: la palabra. Tras estudiar Teología en Boston, investigó el pensamiento de Gandhi, que se convirtió en idea central de su filosofía de la “lucha no violenta”. En 1954, fue nombrado pastor de la Iglesia Baptista en Alabama.

Así, pronto se convirtió en un referente en el movimiento por los derechos civiles. En una época en la que numerosos disturbios y protestas por las discriminaciones sufridas por el pueblo negro hacían tambalearse la visión de la lucha pacífica de Martin Luther King. De esta forma, empezaron a surgir nuevas tendencias que no apoyaban la lucha pacífica. El ejemplo más claro de estas disgregaciones es Malcolm X, que llegó incluso a llamar “traidor al pueblo negro” a Martin Luther King; mientras él seguía abogando por su mensaje de resistencia pacífica.

En 1963 dirigió la marcha hacia Washington, en la que pronunció su discurso más famoso: “I have a dream” (Tengo un sueño). El año siguiente, Martin Luther King fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su incansable trabajo en pro de los derechos civiles y del reconocimiento de los derechos del pueblo negro.

El día 3 de abril de 1968 llegó a Memphis para dar el que sería su último discurso, en apoyo a una huelga de basureros negros. Al día siguiente, cuando se encontraba en el balcón de su habitación, James Earl Ray, un hombre blanco que había escapado de la prisión, le disparó. Aquella tarde terminó, con 39 años, su sueño: el sueño que tuvo una noche y que le confió al mundo.

Publicado en Opinar.net