domingo, 7 de marzo de 2010

¿Ladrones de arte?

El ser humano tiene la fea manía de querer apropiarse siempre de todo lo que no es suyo. Somos así, avaros, codiciosos, y en el momento que encontramos algo que, por alguna casualidad en ese momento, parece no tener dueño, allá corremos para apropiarnos del objeto en cuestión. Volví de Berlín la pasada semana. La ciudad es muy fría, aunque es innegable la cantidad de cultura que encuentras a cada esquina que doblas. Da igual si hablamos de arte convencional o de arte urbano, quizás sea la ciudad en la que más los encontremos a ambos.

La capital alemana alberga más de trescientos museos distintos, buena prueba de la cultura que se respira allí. Pero seguramente a cualquiera que lea este artículo le suene la mítica isla de los museos berlinesa, en la que se encuentran tres de los más importantes de la ciudad, claro destino turístico de todo el que visita la ciudad. Estos tres museos son la Alte Nationalgalerie, el Neues Museum y Pergamonmuseum. Si viajan hasta allí, por favor, visítenlos.

El caso es que tras visitar el Neues, y quedarme pasmado durante un largo espacio de tiempo frente al busto de Nefertiti –por cierto, con un rostro y unas facciones perfectamente preciosas-, me invadió un pensamiento sobre este tipo de obras. Me consoló bastante comentarlo entre mis compañeros de viaje y no ser el único que había pensado lo mismo que yo. ¿Por qué el busto de Nefertiti está en la fría Alemania y no en su lugar de origen? ¿Es que ni siquiera en eso tienen potestad los países en los que se encuentran este tipo de obras? Los rasgos, claramente egipcios, de la reina del Nilo desentonan en una ciudad tan fría, pese a que empiece a acostumbrarse, posiblemente, a la climatología. ¿Qué pinta Nefertiti en un lugar tan frío?

Efectivamente, no era el único que lo pensaba así. Mis compañeros, e incluso alguna persona española que caminaba cerca de nosotros, me daban la razón con sus argumentos. ¿Nos convierte esto en ladrones de obras de arte? Tras salir del Neues, aún con la mente puesta en el busto de aquella dama –que desde pequeño me enamoró sin remedio-, me fui directo con un par de amigos al Museo de Pérgamo. ¿Qué puedo decir de aquel? Una delicia, de principio a fin. Una joya, algo que habría que visitar al menos una vez, para quedarse embaucado, sin palabras, mirando lo que albergan las paredes.

Pergamonmuseum se encuentra situado unos metros más alejado de la principal vía, Unter den Linden, que el Neues Museum. La organización del museo está muy bien planificada, en cuatro salas que albergan las cuatro joyas monumentales y arquitectónicas que ofrece la entrada. Nada más entrar el Altar de Pérgamo, realmente impactante, te deja sin palabras y yo creo que ya no recuperas el habla hasta que regresas por aquella sala para salir. Después vienen unas muestras de arquitectura helenística, la puerta del mercado de Mileto y la espectacular Puerta de Ishtar de Babilonia.

Pero nuevamente, volvimos al mismo tema. ¿No debería estar cada una de estas joyas en su lugar de origen? ¿Por qué una persona que sea de un lugar cercano a las excavaciones donde se localizaron estos restos tiene que ir hasta Berlín para verlo? ¿Es justo que el altar que fue localizado en Turquía esté expuesto en Alemania? ¿El hecho de que las investigaciones arqueológicas fuesen alemanas, otorga ya la potestad sobre lo encontrado? Miles de preguntas se plantean para esta cuestión. Y la respuesta es compleja.

El debate se haría larguísimo, pues hay multitud de posibilidades y opiniones. Es un tema controvertido, habrá quien piense como nosotros, que no concebíamos que Nefertiti estuviese en Berlín, aunque también habrá a quien nuestra opinión le parezca banal, e incluso caprichosa e insulsa. Es lo enriquecedor de los debates.

Lo que está claro es que no son las únicas obras que se encuentran en el exilio de su lugar de origen. También son un claro ejemplo los tesoros del faraón Tutankamón, expuestos en Londres junto a su momia. En este caso, la última vez que fueron trasladados, al menos la famosa máscara funeraria dorada del faraón niño se quedó en El Cairo. Todo un adelanto para Egipto, que puede disfrutar más cerca de algo que le pertenece más que a nadie.

Publicado en La Huella Digital

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