miércoles, 30 de mayo de 2012

Juan Esteban Constaín: “Todo pertenece a la ficción, aun la realidad; sobre todo la realidad”

Se quedan cortos los 33 años para dar cabida a tantas aficiones, actividades y conocimientos como aglutina el colombiano Juan Esteban Constaín. Este profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Rosario ha unido sus dos pasiones -historia y fútbol- en su último libro, ¡Calcio!. Porque Constaín, además de profesor es escritor, traductor e historiador. Como escritor ya son tres los libros que tiene publicados, como traductor son muchas las obras clásicas que ha traducido a alguna de las seis lenguas que maneja (alemán, italiano, francés, inglés, latín y, obvio, español). Enamorado del fútbol -y de Boca Juniors, sobre todo- nos habla de esta última obra, en la que narra la historia del que pudo ser el primer partido de fútbol, mucho antes de lo que nos cuentan los ingleses…


Con un libro en el que el fútbol es el tema central, la pregunta es casi obligada: ¿que le diría a una persona no amante del fútbol para que se lanzase a leer ¡Calcio!?

Pues creo que la novela también tiene que ver con otras cosas: la soledad de la sabiduría, el exilio, las farsas del nacionalismo, la manera en que la realidad y la ficción están siempre tiñéndose mutuamente, etcétera… Así que creo que alguien que no ame al fútbol, o aun quien lo odia, podrá encontrar en este libro situaciones delirantes y maravillosos personajes verdaderos de la historia, que no pertenecen sólo a la cancha sino a la vida toda, a esa gran metáfora que es el mundo.

¿Cómo surge la idea de escribir una historia sobre fútbol? ¿Qué reacciones ha despertado?

La historia se me ocurrió en el verano del 2008, en Florencia. Ese año lo viví todo en Italia, y aunque estaba empezando un doctorado sobre la Antigüedad mediterránea, sólo quería escribir una novela en la que se hablara de fútbol. Leí mucho sobre el Calcio florentino —un deporte medieval que era mitad rugby, mitad nuestro fútbol de hoy— y sobre cómo, en 1530, los italianos desafiaron una prohibición de Carlos V para jugar a la pelota. Ahí tuve la primera parte de la historia. Luego, ya de regreso en Colombia, soñé un día con Arnaldo Momigliano, uno de los eruditos y sabios que más quiero y admiro y de lo que más he aprendido; releí su biografía, y entonces se me metió a la novela como el gran protagonista: un italiano y judío, brillante, exiliado en Inglaterra durante la guerra que decide decir que el fútbol no se lo inventaron los ingleses sino los italianos. Ahí estaba la otra parte de la historia, de la novela. Me senté al día siguiente y la escribí de un tirón, muy rápido. Ha despertado magníficas reacciones, por suerte, porque es un divertimento, un homenaje al fútbol y a la felicidad; una diatriba contra la solemnidad de la academia.

En el libro, el fútbol tiene un protagonismo total, incluso en un momento llega a convertirse en cuestión de estado y existe la posibilidad de que derive en un conflicto internacional. ¿Se podría actualmente llegar hasta ese punto?

No creo, porque el mundo de hoy no es tan serio, tan digno, tan honorable. Así que hablar del fútbol como una cuestión de Estado ya no tiene mucho sentido, por lo menos desde hace como dos décadas. Pero sí es una cuestión nacional —que es otra cosa— y para confirmarlo basta ver un Mundial, esa versión contemporánea de las guerras de antes. Así aparece todo: el fervor, el honor, la pasión, el heroísmo, en fin. El fútbol es, como ya lo han dicho tantos, el lugar definitivo de la condición humana.

Con el purismo británico y la pasión que existe en torno al football, ¿qué acogida tendría la teoría del profesor Arnaldo Momigliano en Reino Unido?

Pues Momigliano vivió allá más de 30 años, y fue una eminencia en el difícil mundo de los clasicistas británicos. Así que por lo menos por respeto a la memoria del verdadero don Arnaldo, los ingleses deberían acoger con benevolencia sus teorías en la ficción. No sé. El libro sale este verano en Italia y estamos negociando con varias casas en UK para lograr allá una edición. Sin embargo no es fácil, no van a enterrarse el cuchillo tan gratuitamente los ingleses.


En ¡Calcio! habla de la simbología bélica que utilizan los ejércitos en el partido y escribe: “El deporte es la guerra de nuestra época, y el honor que sus proezas regalan vale tanto como antes valían las conquistas y los asedios y los mares”. Hoy en día se siguen viendo en los estadios de fútbol esas banderas, cánticos de guerra, estandartes… ¿Esta sustitución es una muestra de que no hemos evolucionado o todo lo contrario?

Bueno: la evolución del ser humano es algo tan caprichoso, tan inasible, tan contradictorio… Piense usted en las barras bravas, en la violencia que aún campea en los estadios de muchos países. Pero claro: definir el honor de las naciones en la cancha y no en la guerra sí es mucho mejor, mucho más civilizado. O todo lo contrario, quizá.

¿Qué tienen en común el fútbol y la literatura? ¿Cree que son una forma de enfrentarse a la vida?

Claro que sí: son una forma de enfrentarse a la vida. Pero además el fútbol no es un conjunto de reglas sino un conjunto de excepciones; la literatura también. Y luego hay cosas más concretas y más técnicas: el estilo, el arte, la pasión, el poder del individuo… Todo eso está en los dos sitios, en la cancha y en los libros. Y luego está la poesía, que es un gol, una gran jugada, un caño, Maradona o Messi o Iniesta descifrando misterios con los pies.

Hace unos años parecía que el fútbol no casaba con los círculos intelectuales. ¿Cree que ya no existe esa connotación negativa? ¿O no ha existido nunca?

Ese era un prejuicio de gente necia e insoportable, de acartonados profesionales de las humanidades que sólo practican el onanismo de sus libros y sus ideas ilegibles. Pero entre la gente verdaderamente inteligente nunca se ha dado esa “prevención ontológica” con respecto al fútbol. Puede haber odio o aversión, que es otra cosa, pero no esos reparos absurdos del mundo intelectual que usted menciona. Sin embargo, muchos de los más grandes escritores y pensadores de nuestra época, fueron grandes amantes del fútbol y muchos incluso llegaron a jugarlo y muy bien. Piense por ejemplo uno de los mejores prosistas franceses de todos los tiempos, Henri de Montherlant, varias de cuyas novelas son un conmovedor homenaje a la pelota. Por mencionar solo uno…

En algunos medios se ha definido su novela como una obra erudita y de corte académico, en otros se ha dicho que roza el ensayo, o también que es una novela histórica. ¿En qué género la englobaría usted?

Es una ficción histórica, pero no es erudita sino festiva. Como dije antes, es un divertimento, un homenaje doble, al fútbol y a Arnaldo Momigliano quien demostró que se podía ser sabio sin sufrir en el intento ni hacer sufrir a los demás. Tiene reflexiones, sí, pedazos que podrían parecer un ensayo. Pero todo pertenece a la ficción, aun la realidad; sobre todo la realidad. No es una novela académica y creo que cualquiera la puede leer; no se necesita Wikipedia para saber quién es quién en mi libro, a no ser que uno quiera descifrar dónde están mis invenciones: las que aparecen en Wikipedia, esas son.

¿Se alimenta la literatura de la historia o, por el contrario, la literatura sirve como vehículo para construir una visión de la historia?

La historia y la memoria son un género literario, y la literatura no es sino eso: la construcción de una manera de entender el mundo que puede perfectamente servirse del pasado y de la historia. Yo por lo menos estoy situado en esa puerta giratoria, y no pienso moverme de allí.

En la dedicatoria inicial escribe: “A ese D10S argentino, que pateaba con la zurda y metía goles con la mano”. En el interior de la novela también hay un homenaje bastante evidente a Maradona. ¿Qué libro le recomendaría si tuviese la oportunidad?

¿A Diego? No sé: ¡Calcio!

Si Messi se lleva todos los galardones del fútbol, ¿quiénes podrían ser los ganadores de un hipotético premio “Libro de Oro”?
En el pasado, Dickens, Aulo Gelio, Borges. Hoy, Javier Marías.

Muchísimas gracias.

Encantado.

Publicado en Punto de Encuentro

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, escribe dentro del recuadro. El creador se reserva el derecho de eliminar comentarios racistas, xenófobos, insultantes, comprometidos o que puedan ofender o dañar la imagen e integridad de alguien.