lunes, 7 de mayo de 2012

La oscuridad de lo efímero y lo duradero

La existencia de Dios. Miguel Barrero. Ediciones Trea, 2012. 96 páginas. 12 €. 

La memoria y el olvido son como dos enamorados cortazarianos: van de la mano, sin uno no puede existir el otro, se necesitan, pero, a la hora de la verdad, cuando la cosa se pone seria, son incompatibles. Miguel Barrero ha escrito una novela en la que uno de los temas que trata es, precisamente, la memoria. 

Haciendo equilibrios en la delgada línea que separa ficción y realidad, el escritor asturiano ejerce de funambulista, para contarnos la historia de Pablo, un amigo de la infancia con el que se ha ido distanciando a medida que el tiempo ha ido erosionando su estrecho y antiguo vínculo. 

La novela de Barrero es ese tipo de novelas en las que el escritor suele ser preguntado mil veces sobre qué parte de lo que cuenta es cierto y cuáles no. Desde la oscuridad de la noche más amarga de su vida, el narrador evoca todos los recuerdos que guarda de su adolescencia, aquellos en los que su amigo Pablo, un excéntrico y alocado chico, es el protagonista. Y el autor lo cuenta con una escritura delicada y dura a la vez, que consigue evocar vivencias compartidas de algún modo por cualquiera en la adolescencia. 

La soledad del estudiante que llega a una nueva ciudad y no conoce a nadie, la sensación de apatía y extrañeza al regresar a la antigua ciudad en los periodos vacacionales (Mieres, en este caso), o la transformación de la identidad de la persona a través del tiempo, desfilan por la mente del narrador en esta historia. 

La existencia de Dios es una breve novela que consigue mantenernos atentos desde la página uno hasta un revelador epílogo. Una obra en la que la memoria de Miguel y el recuerdo de una conversación con Elena, en la que Pablo también fue el centro de atención, nos hacen reflexionar sobre el tránsito de la niñez a la madurez y sobre la pérdida de la inocencia que eso conlleva. 

El escritor, en general, suele proyectarse en todas sus palabras. Es un hábito casi tan inalterable como la propia escritura. Esa proyección, en muchas ocasiones, se lleva a cabo en otras personas. Es más soportable escribir tu historia en la piel de otro. “Porque hablar de ti fue la mejor manera que se me ocurrió de hablar de mí”, escribe el autor en el epílogo. 

La nueva novela de Barrero es un texto magnífico, de lectura ágil, que nos hará reflexionar durante casi más rato del que tardaremos en leerla, sobre la vida y la muerte, la amistad, el olvido, el presente, y la fugacidad de todo lo anterior.

Publicado en Otro Lunes

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